La gelatina ha sido el soporte de mi familia
Hablar con Karina Pazos es abrir la puerta a una historia de amor, esfuerzo y creatividad. Junto a su esposo, José Colin, lleva más de dos décadas construyendo Gelatineza, un proyecto que nació casi por casualidad y que hoy se ha convertido en el sostén de su familia y en una fuente de inspiración para muchos. Aunque confiesa entre risas: “no soy fan de cocinar, no me gusta hacer comidas elaboradas”, encontró en la gelatina un camino inesperado para expresarse y, sobre todo, para salir adelante frente a la adversidad.
Desde los inicios, los productos Duché han sido parte fundamental de ese trayecto. Karina recuerda que fue José quien primero se adentró en este mundo, inspirado por las recetas de nuestras revistas Gelatinas y algo más…. Ella misma nos comparte: “Él fue el que empezó a comprar la grenetina de ustedes y desde entonces trabajamos con ella. Me gusta mucho la consistencia que tiene, es firme pero suave, se trabaja muy bien. Ahorita también estoy utilizando la vainilla y el caramelo; el sabor es muy rico, el caramelo le da un color muy bonito al flan napolitano y la verdad lo súper recomiendo. Además, las esencias como la de limón y piña me encantan porque tienen un sabor muy natural”.
Su mensaje para quienes quieren dedicarse al emprendimiento en gelatinas y postres es claro y esperanzador: “si es u pasión, no se den por vencidos, busquen opciones, no se queden nada más con un solo product qué vender. Siempre tienes que estar buscando qué es lo que al cliente le gusta, porque clientes hay de todo y para todos”. Habla desde la experiencia y convencida de que la innovación y la perseverancia son la clave.
Un inicio inesperado
El origen de Gelatineza se remonta a hace más de veinte años, cuando José se encontraba desempleado y decidió intentar vender gelatinas. Karina, incrédula en un inicio, confiesa: “yo era la que decía no, la gelatina no, por favor… fui muy negativa, pero él se aferró y comenzamos hace aproximadamente 21 años”. Lo que empezó como una solución temporal se convirtió con el tiempo en un proyecto de vida.
Aunque la pareja atravesó momentos difíciles —incluyendo una enfermedad que la obligó a detener el negocio por varios años—, su regreso fue con más fuerza y visión renovada. “Hace cuatro años regresé… y aunque no me gustaba tanto la elaboración, la decoración, pintar la gelatina me ha apasionado desde el principio”, comparte nuestra entrevistada con entusiasmo.
El arte y la comunidad
En esta nueva etapa, Karina ha encontrado no sólo una forma de sustento, sino un espacio de expresión artística. Desde niña disfrutaba dibujar y pintar, y ahora canaliza ese talento en la decoración de sus gelatinas. “El hecho de ver a los festejados con su personaje en gelatina y que les brillen los ojos es muy emotivo; siento que hice un buen trabajo”.
Además, ha descubierto la importancia de la comunidad de maestras y compañeras gelatinólogas con quienes comparte aprendizajes y experiencias: “en este regreso he hecho muy grandes y muy bonitas amistades, y las clases que damos y tomamos en las páginas son muy importantes, porque siempre hay algo nuevo que aprender”.
Sorprendentemente, también se ha convertido en maestra. Aunque al inicio la ansiedad la hacía dudar, hoy reconoce lo gratificante que resulta: “nunca me imaginé estar del otro lado de la pantalla, pero dar clases ha sido muy bonito; me dicen que mis clases son divertidas y dinámicas, y eso me da mucha satisfacción”.
Un legado familiar
Más allá del arte, la gelatina representa para Karina un verdadero pilar: “la gelatina ha sido el soporte de mi familia, gracias a ella hemos podido trabajar y disfrutar de nuestro hijo sin descuidarlo; es un arte, un sueño hecho realidad”.
Su historia también es un testimonio de la fuerza del trabajo en equipo. Reconoce que José fue el creador de la marca y el motor inicial, pero hoy ella se ha convertido en la visionaria que impulsa Gelatinosa en redes sociales y en nuevas oportunidades. “Siempre lo he dicho: si estoy metida en la gelatina, él es el responsable, porque por él empecé en esto. Nunca lo imaginé, pero aquí andamos”.
La trayectoria de Karina Pazos es un recordatorio de que los grandes proyectos a veces surgen de manera inesperada. Entre la resiliencia frente a la adversidad, la pasión por el detalle y el apoyo incondicional de la comunidad, su historia nos habla de la perseverancia que hay detrás de cada obra de arte en gelatina. Para ella, este oficio es mucho más que un trabajo: es familia, es sustento y también es alegría compartida.
Desde Duché celebramos su historia, Karina y José; nos llena de orgullo saber que han conviertido la gelatina en un arte que alimenta tanto el corazón como la imaginación.
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