Ir al contenido principal

Lilia Beltrán Peralta: una mujer ejemplar que encontró el éxito y la tranquilidad


 —La gelatina me ayudó a sacar adelante a mis hijos.

Lilia Beltrán Peralta es una mujer de 84 años, con a penas la primaria terminada, aprendió a hacer gelatinas y negocio gracias a su madre. Desde los 10 años ya las vendía en Los placeres del Oro, Guerrero donde vivía. “Ya a esa edad yo me vestía, me calzaba y me iba a trabajar; siempre me gustó y trataba de tener siempre dinero”. Ya en México y con dos niños pequeños fue la gelatina la que le permitió subsistir y darles una buena educación a sus hijos, incluso gracias a lo que ganó con su negocio pudo comprar la casa en la que vive. “Saqué a mis hijos adelante vendiendo gelatinas. Iba yo entregando de tienda en tienda y en ese tiempo vendía $300 pesos diarios (1968); trabajaba mucho, pero así logré mantener a mis hijos”. Actualmente, doña Lilia sigue haciendo gelatinas como parte de su pasión por compartir un dulce cariño en fiestas y reuniones familiares, ya que a partir de 1995 dejó de venderlas. 

Desde los inicios de nuestra marca, Duché acompañó a la Sra. Beltrán en la creación de sus gelatinas y en su éxito. “Para mí la grenetina es la materia prima de mi negocio. Yo siempre he trabajado la calidad y la Duché es la mejor porque cuaja muy rápido y la consistencia es muy buena; para mí es lo máximo”. Al preguntarle la cantidad de gelatinas individuales que llegaba a hacer nos respondió riendo: “ay, pues muchas, no las contaba”; sin embargo sí tenía claro que llegó a hacer 19 litros de gelatina de agua y 12 litros de gelatinas de leche diarios. Por supuesto, esto implicaba levantarse a las 4:00 am a desmoldar para salir a las 6:00 am a vender y tener ya algo de dinero que darle a sus hijos para la escuela. 

Su gran fe en Dios, su tesón, el ejemplo de una madre y sus tías que siempre buscaron la manera de darle a ella y a sus hermanos herramientas para salir adelante a pesar de las adversidades, aunado a su pasión por hacer gelatinas, fueron los ingredientes para que hoy doña Lilia se sienta feliz y satisfecha de sus logros, orgullosa de sus hijos y nietos. Este es el mensaje que comparte: “Yo les digo que la gelatina te ayuda mucho, a mí me ayudó mucho; luego la gente que no le tiene fe y mire cómo yo saqué adelante a mi familia”.

Recuerdos de las ayudas recibidas

Durante la entrevista tuvimos ocasión de platicar también con uno de los hijos de doña Lilia, el ingeniero Jesús Ortiz, quien está muy orgulloso y agradecido con su madre por el esfuerzo que le implicó sacar adelante a su hermano y a él, comparte que en el camino recibieron ayuda de varias personas, a veces uno de sus tíos que lograba conseguir la leche cuando escaseaba, otras de las tiendas de materias primas que los reconocían como hijos de “la señora de las gelatinas” y les hacían descuento, hasta el director de la escuela privada en la que estaba su hermano, el maestro Paulino (†), quien aceptó la propuesta de vender las gelatinas en la cooperativa y con las ganancias de esto ambos hermanos pudieron terminar en esa primaria y seguir sus estudios en escuelas de paga. “Además salía para su transporte porque yo no podía llevarlos”, comenta la entrevistada y relata el Ing. Ortiz que uno de los hermanos llevaba las gelatinas y el otro cargaba las mochilas en la mañana; “si no se vendían todas las gelatinas de la cooperativa el maestro Paulino nos daba chance de ir salón por salón a la saida para vender lo que faltaba, y se acababan”, recuerda con nostalgia.

Las gelatinas que hacía la señora Beltrán también eran para fiestas y celebraciones, encapsulados, mosaicos y siempre con un plus: la calidad de sus ingredientes, ya fuera fruta, nueces, pasas, ciruelas, etc. Por supuesto, como materia prima la grenetina 290 bloom de Duché.

Empresaria y madre orgullosa

Con la intuición y la inteligencia de una mujer que sabía que estaba sola con sus hijos, que había aprendido a trabajar desde pequeña y que no se le cerraba el mundo, hizo estrategias suficientes para que nunca le faltara apoyo ni insumos. Incluso cuando escaseaba el azúcar por las especulaciones encontró la manera de, a través de tandas, comprar 50 costales para almacenarlos y tener materia prima para continuar con su negocio. 

A pesar de que el padre de Carlos y Jesús, quien a decir de nuestros entrevistados, nunca vio por ellos, sí ayudó un poco para la compra de la casa de la señora Beltrán; sin embargo, en su mayoría se pagó con el ingreso obtenido por el esfuerzo y trabajo en el negocio de las gelatinas. Negocio en el que los dos hijos apoyaron y ayudaron a su madre, ya fuera con la compra de materia prima o con la distribución de gelatinas, o la venta. De ahí que para el ingeniero Ortiz Beltrán, las gelatinas significan “una historia de éxito de cómo la gelatina sacó adelante a una familia”.


Al preguntarle a doña Lilia cómo se sentía después de ver todo lo realizado compartió: “Me siento tranquila. Cuando se fue mi esposo dije, yo me voy a quedar con dos cosas: mis hijos y mi tranquilidad”, asegura con el orgullo de una mujer que cumplió con su propia promesa.

Si duda la historia de Lilia Beltrán quedará en la memoria de su familia y de todas aquellas personas que conocen y conocieron a “la señora de las gelatinas”. En Duché nos llena de orgullo saber que hemos sido parte de este éxito y no nos queda más que agradecer y festejar la vida de esta gran mujer deseando que siga disfrutando de sus hijos y sus cuatro nietos. 

¡Gracias, doña Lilia por permitirnos acompañarla a cumplir sus promesas y sueños!


Por supuesto, en congruencia con la generosidad de esta familia, al final de la entrevista tuvimos ocasión de degustar tres gelatinas diferentes.