—La gelatina me cambió la vida—
Silvia Vera vive en Cárdenas, Tabasco comenzó a hacer gelatinas hace siete años, aprendió de manera autodidacta, “no sabía que se podía hacer tanto con las gelatinas y vi que era posible dar otro giro, localmente empecé a buscar insumos, los compré, practiqué y así empecé a vender”.
Actualmente tiene dos negocios: JellyArt Gelatinas Artísticas, en donde vende gelatinas y distribuye productos, y JellyStudio, en donde da clases y ha desarrollado todo un plan de estudio para quienes quieren aprender el arte de las gelatinas.
Desde sus inicios, Silvia conoció nuestra grenetina Duché 290 bloom, La Dorada, y comenta que, “la única grenetina que he usado es Duché, porque es la más fácil de conseguir, me gusta mucho. La conozco bien y confío en ella para hacer mis trabajos. Se lo digo a las alumnas, si encuentran una grenetina y la conocen bien: cásense con ella; yo no cambio la grenetina Duché. No me decepciona. Es la que recomiendo. Además, en Tabasco en calor puede llegar a más de 45º, prácticamente las gelatinas se derriten en la mano, pero con la Duché no tengo problemas, en esas temporadas de mucho calor le agrego media o una cucharada más y ya. He hecho gelatinas para bodas o exhibiciones y funciona muy bien.”.
Muchas mujeres, Silvia Vera incluida, reconocen que una de las grandes ventajas del noble negocio de las gelatinas es la posibilidad de trabajar en casa y no descuidar a la familia. En el caso de nuestra entrevistada, ella comenzó a hacer gelatinas porque tuvo que quedarse en reposo por un embarazo de alto riesgo. Esto es lo que ella comparte basada en su experiencia: “Encontré muchísimas ventajas, trabajar desde casa, tener tiempo para la familia; pero también ha sido un emprendimiento que me ha llenado muchísimo, me ha hecho crecer como persona; he aprendido mucho. Desde hace un año, con las clases me ha cambiado la vida, he conocido a muchas personas, conozco sus emprendimientos, sus vidas, me enseñan lo que avanzan. Para mí ha sido un cambio para bien”.JellyStudio es un negocio que abrió Silvia con algunas aliadas para compartir saberes ofrecer posibilidades de aprendizaje. “Nació la idea porque me empezaron a preguntar si daba clases, a mí no se me había pasado por la cabeza, pero me entró la espinita de dar el giro al negocio y dedicarme a la enseñanza. Antes de la pandemia lo hacía aquí en casa. Con la pandemia pasamos a lo virtual y llegamos a más personas, hemos tenido alumnas de EUA, Guatemala, de México. En el equipo estoy dando clases con Yarene Rivera, de Rainbow Sweet; también estoy asociada con otra maestra, que por cuestiones de salud no está activa ahorita, Itzel Escudero, Jellyx Gelatinas. En conjunto hicimos un plan de estudios y semanalmente damos entre 16 y 17 horas de instrucción”. Explica que hay módulos que duran un par de horas y otros un par de días, dependiendo de la técnica. La mayoría de sus estudiantes son mujeres que quieren emprender sus negocios, por ello es que incluyen un módulo de costos, aprovechando que Silvia es contadora de profesión, y así apoyan en el desarrollo de una buena estrategia comercial.
Como buena emprendedora, nuestra entrevistada tiene claros sus planes a futuro y proyecta para JellyArt que, en un mediano plazo, “me veo con mi local y haciéndome de más insumos para la venta, no solo en línea sino presencial”. Para JellyStudio quiere “lograr una certificación para dar validez al plan de estudios y si es posible enseñar otras técnicas; estamos tratando de innovar. El propósito es enseñar técnicas nuevas.
Para concluir nuestra entrevistada comparte su perspectiva sobre el negocio: “La cuestión de las gelatinas tiene muchísimo para dar. Lo comparo mucho con la repostería, hay muchas técnicas y mucha gente que hace obras de arte. Hay mucho qué hacer; técnicas de sacar. Con la gelatina se puede hacer mucho. Hay mucho por explorar, en el tema del arte en gelatinas”.
¡Silvia, gracias por tu labor en la enseñanza y por poner tanta pasión en cada diseño que haces; enhorabuena para JellyArt y JellyStudio!